Los nervios me atacaron no podía caminar…
cuando aquel maestro de Ceremonia, que dirigía la misa de Clausura de aquel IV
Congreso Americano Misionero, acontecido en la ciudad de Maracaibo, el 1 de
Diciembre, en la plaza de la Basílica de la Chinita, dijo mi nombre completo
“NESTOR ALEXANDER QUINTERO ALDAMA, MOZAMBIQUE” me parecía un sueño y en mi
corazón (el único lugar donde podía escuchar) le dije al Señor: “Abrázame
fuerte que esta misión es muy grande para mí y mis fuerzas no me alcanzan… por
favor JESUS, Abrázame fuerte amigo, para no caerme… que me tiembla hasta la
cedula!” así oraba mientras subía aquellas escaleras que me parecían las del
Jacob en el libro del génesis.
Pero ¿Cómo
fue que me decidí a dar el paso? ¿Cómo fue que llegué hasta aquel día?
Transcurrieron tres años desde que en una
capilla de Argentina, cuando realizaba mi Diplomado en el Centro de
Misionología para el Cono Sur de América, Juan Pablo II, que frente a la
Invitación de Jesús de ir a tierras donde la Iglesia aún estaba en sus primeros pasos, donde aún había mucha
gente que no lo conocía y donde él esperaba por mí en tantos y tantos hermanos,
mi respuesta fue simple: Tomando las palabras del Cantautor Eduardo Meana le
dije: “Que te daré, que te daremos, si todo, todo es tu regalo, te Ofreceré, te
ofreceremos, esto que somos, esto que soy, ESTO TE DOY…” Como negarme, si nadie
en el mundo me ha amado como tú, como cerrar los ojos ante tu necesidad, como
NO responder a la fuerza de tu Amor que impulsa esta pequeña vida y saca de
ella lo más grande, lo más bello, lo más grandioso.
Entonces comenzó el camino, Solicitar a las
Obras Misionales Pontificias de Venezuela, iniciar un camino de discernimiento,
formación y preparación para partir a tierras de Misión. ¿A dónde estarías dispuesto
a ir? Fue la pregunta inicial… “A donde Dios y la Iglesia me necesiten, allí
quiero estar!” la respuesta dio espacio para que los formadores de aquel equipo
que estaba naciendo pudieran discernir
cual sería mi mejor destino, así nos encontramos varios con la misma inquietud
y con la misma respuesta, por lo que el camino fue más enriquecedor y
fascinante, pues la experiencia de otros nueve se conjugaban en la experiencia,
que se desarrolló en Caracas, durante el año 2012 y 2013.
Mi Iglesia Local, la Diócesis de Punto Fijo,
siempre estuvo alentando mi Vocación, ayudándome a dar pasos en la Fe, en la
entrega y en la Misión, el Equipo Diocesano de Jovenmision, El equipo Diocesano
de la Infancia y Adolescencia Misinera, Los equipos parroquiales de Mision
continental, y de manera especial mi Obispo, + Mons. Juan María Leonardi , para
quien mas que un fiel laico, fui un hijo que cuidaba, orientaba y hasta exigia
con celo y ardor. Mi opción fue bien recibida por mi Iglesia, quien desde que
se entero ora por mi y por mi fidelidad (Oraciones que agradezco enormemente…)
Asi que aquel dia 1 de Diciembre de 2013 fue
maravilloso, no hacia más que llorar y repetir la pregunta de ¿por qué Yo? ¿Qué
tengo YO que mi amistad Procuras, que interés te sigue Jesús mío..? subir a la tarima donde estaban los obispos
de América, donde estaban mis hermanos que ya habían sido llamados, aquel lugar
en el cual me convertía en la respuesta de una Iglesia madura que enviaba a sus
primeros Hijos como misioneros Ad gentes… aquella tarima en la que me esperaba
mi Obispo Mons. Juan María Leonardi, quien Orgulloso rezó la oración litúrgica correspondiente,
me colocó la Cruz y me dijo al oído:
¡que Felicidad que siento muchachito! Su abrazo, su sonrisa, su mirada
fueron la certeza de que Dios estaba conmigo, era un padre que se sentía pleno
al ver los pasos de madurez de su hijo… mi reacción fue la de un hijo Abrazar y
llorar agradecido. Meses después y como consecuencia de una larga
convalecencia, mi querido Padre y pastor, iría al cielo a seguir haciendo el
bien en la tierra. Tenía dos semanas de haber llegado. Fue una dura prueba de
Dolor.
Había llegado la Hora de partir a tierras
lejanas, tendría que viajar mucho para llegar a mi destino, pero ahora venía la
parte más difícil: Dejar a mi Familia y hermanos en la FE en mi tierra y salir
a tierras de Misión. Si Alguien me preguntara que fue lo más difícil de partir,
mi respuesta sin pensarlo sería: DEJAR LLORANDO A LOS SERES QUE MAS AMO EN EL
MUNDO.
Aun lo pienso y no puedo evitar que se humedezcan
mis ojos, pues el recordar la mirada de mi madre, su llanto, su mano
despidiéndose como su cuerpo ya sin energía de tanto llorar se apoyaba en las
paredes de aquel aeropuerto, arrugan mi corazón… y como olvidar aquella manita
pequeñita… aquellos dulces ojos, aquellos labios que no podían sostener el
llanto, mi lucerito parecía ahora sin luz, como no escurrir las lagrimitas
cuando recuerdo que una vez contándome una escena dolorosa que le toco vivir me
dijo: “No llore tío, por que el dia que tu te fuiste se me secaron las lágrimas
y ya no tengo más” ¿cómo habrás llorado corazón? Si no fuera por Dios,
cualquiera me podría llamar con certeza: criminal, pues solo un criminal podría
hacer eso… Pero ellas y yo sabíamos que todo esto lo hacíamos por serle Fiel al
Dios de la Vida y el Amor que tanto nos necesita en los hermanos más alejados y
que tanto sufren por el desamor y la ausencia de un mundo más fraterno más
humano.
Solo puedo afirmar, que no ha sido fácil dejar
el Confort de una casa, la vida familiar, los amigos, la comunidad cristiana,
el estatus Quo de un buen trabajo como Docente Universitario,
las seguridades que brinda tu tierra y
tus raíces, un proyecto de Vida, afectos, historias, NO HA SIDO FACIL, pero de
verdad siento que valió, ha valido y vale la Pena; que Jesús merece de nosotros
la mejor respuesta, que la Iglesia espera de nosotros el mayor testimonio y que
nuestros hermanos ven en nosotros unos instrumentos del Amor de Dios y en
muchos casos su única esperanza.
A un año de aquel día en el cual recibí el
envío misionero que marco mi vida para siempre, no puedo dejar de agradecer a
TODOS LOS QUE ORARON Y SIGUEN ORANDO POR NOSOTROS… no puedo dejar de pensar en
aquellos que inspiraron y siguen inspirando mi entrega y mi vida misionera, Uds.
Jóvenes, adolescentes, niños y niñas misioneros y misioneras que oran desde
Venezuela, Argentina, España, Portugal y
de los muchos lugares que ni siquiera imagino… aquellas comunidades cristianas
que lo entregan todo por la misión en cada uno de sus lugares. Nuestra Vida
Misionera no sería lo que es sin cada una de sus esfuerzos y de sus Oraciones!!! Por todo lo que siguen entregando por Nostros... ´por la comunion de estos meses... MUCHAS GRACIAS HERMANOS. CON CARIÑO NESTOR QUINTERO ALDAMA.